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Ficha técnica
Título original: The Lottery
Autora: Shirley Jackson
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Traductor: Hernán Sabaté Vargas
Fecha edición original: 1948
Fecha edición traducción: 1991
ISBN 13: 978-84-350-1123-5
ISBN 10: 84-350-1123-2
Núm. Páginas: 312
Editorial: Edhasa
Género: Relatos | Terror
Sinopsis: Este volumen recoge una serie de relatos extraños y penetrantes sobre la cara oscura de la naturaleza humana. Historias de locura, de amores perdidos y de terrores, cada una de las cuales constituye una obra maestra. Shirley Jackson alcanzó la fama de la noche a la mañana con la publicación de «La lotería», el relato que da título a esta recopilación. Aunque escribió varias novelas, entre ellas The Haunting Hill House y Siempre hemos vivido en el castillo, «La lotería» sigue siendo su obra más famosa y admirable.


«Los relatos de Shirley Jackson no tienen rival por los crecientes escalofríos que produce su prosa bella y serena». 
Dorothy Parker

Reseña
El relato que me ocupa es precisamente el que da nombre al libro, «La lotería». Antes de entrar en materia y dedicarme a analizar el simbolismo —hasta donde pueda hacerlo sin desvelar demasiado de la trama— de este extraordinario relato, debo suscribir las palabras de Dorothy Parker, por lo menos en lo que respecta a esta lectura, uno siente crecientes escalofríos según se va desarrollando la historia, porque lo que empieza como un inocente y afortunado sorteo, o eso es lo que el lector cree, tiene un final tremebundo.

Algunos apellidos son realmente curiosos y creo que dignos de tener en cuenta: Delacroix —de la cruz—, Summers —veranos—, Graves —tumbas—, etc. ¿Será casualidad que la persona que dirige el sorteo sea Mr. Summers y los sorteos se produzcan en verano.

Hay tanto plasmado en estas pocas páginas: sociedades patriarcales, sinrazones colectivas, costumbres o rituales que se mantienen sin tener base alguna, la familia como unidad pero sin desligarse del pueblo como unidad, tradiciones familiares y/o sociales que se heredan, el salvajismo del ser humano, etc.


Nadie sabe cuándo comenzó el sorteo, pero se sigue realizando cada verano por una cuestión de costumbre, siempre se hizo y se tiene que seguir haciendo,  y aunque se van escuchando noticias de que en otros pueblos vecinos ya se ha puesto fin a esta tradición, por lo que se deduce del diálogo entre el matrimonio Adams y el viejo Warner, los más ancianos se niegan a que desaparezca. La cuestión es que si se le preguntara al viejo Warner con qué fin se realiza el sorteo seguramente no tendría ni la más mínima idea. Individuos/as aferrados/as a tradiciones cruentas y prácticas bárbaras, que piensan que se deben hacer las cosas de la misma manera que se hicieron durante mucho tiempo atrás, los/as podemos encontrar a día de hoy en cualquier lugar, hay muchos y muchas Warner repartidos por el mundo pero, al fin y al cabo, más cínicos/as que él, porque sólo aceptan las reglas del juego en los ámbitos de sus vidas que les interesan, participan de buen grado en los sorteos donde no corren el riesgo de ser ellos/as los/as "agraciados/as".
Summers hablaba con frecuencia a sus vecinos de hacer una caja nueva, pero a nadie le gustaba modificar la tradición que representaba aquella caja negra. Corría la historia de que la caja actual se había realizado con algunas piezas de la caja que la había precedido, la que habían construido las primeras familias cuando se instalaron allí y fundaron el pueblo. Cada año, después de la lotería, el señor Summers empezaba a hablar otra vez de hacer una caja nueva, pero cada año el asunto acababa difuminándose sin que se hiciera nada al respecto. La caja negra estaba cada vez más gastada y ya ni siquiera era completamente negra, sino que le había saltado una gran astilla en uno de los lados, dejando a la vista el color original de la madera, y en algunas partes estaba descolorida o manchada.
El desarrollo del sorteo lo interpreto como una imagen de la estructura de la sociedad: individuo, familia, pueblo. La tradición viene del pueblo, las familias la acatan, y los individuos no se rebelan contra ella. No hay que pasar tampoco por alto que las mujeres aquí tienen poco que decir —impagable el detalle de la señora Hutchinson que llega tarde porque no quiere dejar los platos sin fregar—, no pueden ser parte activa, excepto en casos especiales, pero sufren el resultado de todas maneras. Junto con las mujeres los que tienen que aceptar el resultado del sorteo que proviene de la elección de sus padres son los niños. Un individuo no puede ser sólo juzgado por sí mismo, sino que se tiene que tener en cuenta su entorno, ya sea el más cercano, el familiar, como el más amplio, la sociedad, de la misma manera que ese mismo individuo no padece sólo las consecuencias de sus elecciones sino también las de los otros cuando pertenece a un grupo.

Y no puedo decir mucho más, aunque me gustaría, sin tocar el tema de lo que uno gana cuando abre su mano y descubre que le ha tocado la papeleta marcada. Participad y disfrutad.

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