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Ficha técnica

Título original: Train to Pakistán
Autor: Khushwant Singh
País: India
Idioma: Inglés
Traductora: Marta Alcaraz 
Fecha edición original: 1956
Fecha edición traducción: 2011
ISBN 13: 978-84-92663-34-7
Núm. Páginas: 248
Editorial: Libros del Asteroide
Género: Narrativa contemporánea | Novela histórica 
Sinopsis: A comienzos de 1947 los territorios del Indostán que dependían del Imperio Británico alcanzan la independencia. El territorio continental de la India queda dividido en dos países: India y Pakistán (de mayoría musulmana); el odio religioso se extiende por ambos produciendo centenares de miles de muertos y generando un conflicto que todavía perdura. Cuando en Mano Majra, un pequeño pueblo al norte de la India junto a la frontera con Pakistán, el prestamista local es asesinado, todas las sospechas recaen sobre un conocido ladrón sij, enamorado de una musulmana. Las habladurías que provoca el crimen, la llegada de un tren cargado de cadáveres y los rumores de revueltas en otras partes del país terminan enrareciendo la convivencia en el pueblo. Este clásico de la literatura india, publicado por primera vez en 1956, nos recuerda lo sencillo que es incitar al odio y romper la armonía en comunidades que han convivido pacíficamente durante siglos. Tren a Pakistán es una emotiva novela que nos ayuda a comprender la riqueza y complejidad de la India y la de una región de cuya estabilidad depende, en gran medida, la paz mundial.

Reseña

Estamos en 1947, año de la partición de la India, y la historia se centra en un pequeña aldea, Mano Majra, situada en la frontera entre India y Pakistán, donde los efectos de la división del país todavía no se han hecho notar. 

Esta novela tiene dos partes: la ficticia y la histórica. A la ficticia no se le puede poner ningún pero, al menos ninguno vital, a la histórica sí.
Los musulmanes decían que los hindúes habían planeado y desencadenado la matanza. Según los hindúes, los culpables eran los musulmanes. Lo cierto es que los dos bandos mataron; los dos usaron pistolas, cuchillos, lanzas y porras; los dos torturaron; los dos violaron.
Evidentemente nadie puede decir que esto no sea cierto, pero las cosas son algo más complicadas que un par de líneas donde se repartan responsabilidades de forma equitativa, porque aunque a muchos les guste esta fórmula, no es precisa. 


La gran masacre de Calcuta fue la inmediata consecuencia de la llamada de Mohamed Ali Jinnah, líder de la Liga Musulmana, a la «acción directa», y tenía como fin conseguir Pakistán, de hecho a este día, el 16 de agosto de 1946, se le conoce como el Día de la Acción Directa. Si alguien no se hace una idea de lo que «acción directa» significa puede leer los veintitrés puntos de los que constaba el programa. Baste decir que Jinnah creía, y digo creía porque según se cuenta estaba impreso en los panfletos de su partido, que un musulmán debía tener los mismos derechos que cinco hindúes, que es como decir que un musulmán valía lo que valían cinco hindúes. 
La conciencia del mal es un requisito esencial para el fomento del bien. De nada sirve tratar de levantar un segundo piso en una casa de muros poco firmes, más vale derribarla.
Un asesinato es un asesinato, eso es así, pero los motivos son los que hacen que un asesinato difiera de otro aunque el hecho sea el mismo, como ejemplo se puede poner la Rebelión de los Cipayos, estamos en una situación similar, todos mataron, las dos facciones, pero ¿mataron por las mismos motivos? No. Y es muy importante dejarlo claro.


Por lo demás, y aunque ciertos detalles me parezcan algo tendenciosos, el trabajo de Singh es bueno, la historia está dividida en tres bloques principales: la convivencia pacífica de musulmanes y sijs en Mano Majra, la partida de los musulmanes de aldea, y la decisión de sus vecinos sijs de atacar o no el tren que los lleva a Pakistán.
Cada uno tiene su dignidad en sus manos.
Todos los personajes tienen su interés, pero hay algunos de ellos que sobresalen y entre los que sobresalen hay dos que son el vivo ejemplo del cinismo: el juez y el activista. Ninguno de ellos hace lo que le corresponde y ambos intentan acallar su conciencia con el alcohol después de que las débiles razones que se dan a ellos mismos para no hacer lo que saben que tienen que hacer no funcionan. 
La palabra monzón no significa «lluvia». El monzón es una estación, como el vocablo árabe del que proviene indica. Hay un monzón de verano y un monzón de invierno, pero sólo son los tempestuosos vientos del verano los que traen el mausen, la estación de las lluvias. 
El personaje que cierra la novela es un personaje sin nombre, pero a pesar de ello todos sabemos quién es.

Valoración