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Ficha técnica
Título original: Il y a quarante ans
Autor: Maria van Rysselberghe
País: Bruselas
Idioma: Francés
Traductora: Regina López Muñoz
Fecha edición original: 1936
Fecha edición traducción: 2012
ISBN 13: 978-84-15217-31-2
Núm. Páginas: 88
Editorial: Errata Naturae
Género: No ficción | Novela corta
Sinopsis: Estamos a finales del siglo XIX, en una playa del Mar del Norte donde nacerá una pasión absoluta y singular entre Émile y Maria. Será ésta quien nos cuente, cuarenta años después, cómo fue aquel breve y fascinante amor hecho a medias de exaltación y de sumisión. Lo fugaz y lo eterno, así como lo imposible —pues ambos están casados—, marcan esta poderosa historia que nos recuerda en ocasiones a Stendhal y a Flaubert y que se anticipa a las novelas de Marguerite Duras o a las películas de Ingmar Bergman. Pocas veces se ha dicho tanto y tan bien sobre el amor arrebatado y sobre su engarce en la realidad, aunque sea ésta una realidad de escritores y pintores bohemios al margen de «lo convencional»... y en el límite de lo onírico, como en algunas grandes obras de William Shakespeare.

Reseña
En Hace cuarenta años Maria van Rysselberghe comparte con el mundo su amor secreto por Émile Verhaeren.


Debido a una serie de circunstancias los dos pasan un mes a solas en una casita cerca del mar, y durante ese tiempo ambos comienzan a experimentar una pasión intensa. Entre lecturas de Flaubert, Baudelaire, Heine, Laforgue, y paseos cerca del mar atravesando dunas, sus sentimientos van despertando y parecen vivir en un oasis donde el resto del mundo no existe, pero aun en ese ambiente idílico ellos no olvidan ni por un momento que están comprometidos con otras personas.
Habría querido pasar por tu vida como un fresco riachuelo que refrescara sus agitadas riberas, y no como un torrente que la devora.
Es ésta una historia de amor irrealizable debido al sentido de responsabilidad tanto de Marie como de Émile, porque como se dice en un momento de la novela, uno no puede luchar contra su corazón, pero tenemos pleno poder sobre nuestros actos, y es verdad que ellos no pueden decidir sobre lo que su corazón siente, nadie puede hacerlo porque es algo incontrolable, pero sí pueden hacerlo sobre sus acciones, y lo hacen.

El corazón sobre el que tan hondo marcaste tus pasos, amplia sombra, consiguió reverdecer de nuevo; sin duda, tanto o más que antes. Pero nadie logró ocupar el espacio del que tú te adueñaste. Nadie estuvo a la altura; nadie tenía ni la exigencia ni la generosidad necesarias.

Puesto que sólo yo sobrevivo; puesto que, después de tantos años, mis recuerdos pueden ver la luz sin herir ya a nadie a mi alrededor, te los regalo, querida sombra. Es lo más hermoso que he cosechado para regalarte, y la sed que me dejaste sigue siendo tuya.

Valoración