Unknown
The Chronicles of Barsetshire #4
Framley Parsonage (7,7) se sitúa para mí en un lugar intermedio entre The Warden (8,4) y Barchester Towers (9,4), y Doctor Thorne (7,0), no llega a alcanzar la excelencia de las dos primeras novelas ni me ha resultado tan simple como la tercera, pero debo confesar que Trollope es casi un universo aparte, porque hasta a la que me pareció más anodina —lo que no quiere decir que lo fuera, he aprendido durante mi larga vida de lectora que en muchas ocasiones las impresiones sobre los libros dependen más del lector o del momento en el que lee que del libro en sí— la he puntuado muy alto debido al estilo de Trollope, que debe reconocerse que es excelente. De hecho tras terminar Framley Parsonage estoy casi convencida de que si leyera hoy Doctor Thorne mi crítica sería otra, más benévola seguramente, porque creo que hay una clave para poder apreciar a este singular escritor: el sosiego. Si uno no se encuentra en este punto y quiere que las cosas se desarrollen rápido —como pienso que me ocurrió a mí con la tercera parte de estas crónicas— se desesperará y no podrá apreciar la historia. Pero dejemos por el momento todas estas consideraciones y vayamos con lo que nos ocupa.

En esta novela hay dos personajes que sobresalen por su determinación, aunque esté basada parcialmente en el orgullo propio y les haga sufrir a ellos y a otros: Lucy Robars y Mr. Crawley. La primera no acepta al amor de su vida porque no quiere verse enfrentada a la madre de éste y a lo que puedan decir sobre ella y su familia por tan beneficioso enlace; el segundo no acepta la ayuda de nadie, ni siquiera la de su amigo más íntimo, para aliviar su miseria y la de su familia. Y aunque las situaciones son bastante extremas —sobre todo la del señor Crawley—, y en las manos de ellos está el poder solucionarlas, uno comprende las razones que tienen para no hacerlo al mismo tiempo que se pregunta, ¿hasta que límite uno tiene que mantener su dignidad o lo que cree que es su dignidad? ¿Y hasta qué punto uno puede decidir sobre su propia dignidad cuando el bienestar de otras personas depende de ello? Son cuestiones complejas de dirimir, tanto como saber dónde termina la dignidad y dónde comienza el orgullo.

Mark Roberts, es el peronaje central, y su drama comienza cuando su ambición lo lleva a relacionarse con personas de dudosa moralidad, al menos a los ojos de su benefactora, Lady Lufton, y a juzgar por lo que al pobre Robarts le sucede después de sus reuniones sociales en esos ambientes tan «selectos», parece que no está equivocada del todo, ya que algunos personajes de esa alta sociedad con los que él desea codearse no tienen la misma clase de escrúpulos que Mr. Robarts y las personas con las que está acostumbrado a tratar.

Pero si hay alguien encantador en esta historia esa es Miss Dunstable irónica, divertida, con carácter y a la que le gusta la verdad desnuda —magna est veritas—, seguramente por la gran cantidad de mentiras que sus múltiples pretendientes le cuentan para hacerse con su gran fortuna, pero en el fondo es una mujer mucho más sensible de lo que muestra en las grandes fiestas. Afortunadamente, entre tanto interés pecuniario, encuentra a alguien totalmente desinteresado. 

¡Pasead por la campiña inglesa y bailad en los salones de Londres!

Valoración