Ficha técnica
Título original: This is Water
Autor: David Foster Wallace
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Traductor: Desconocido
Fecha edición original: 2005
Fecha edición traducción: 2012
ASIN: B00841EOAO
Tamaño del archivo: 130 KB
Editorial: Flash
Género: No ficción | Discurso
Sinopsis: ¿Cómo evitamos vivir nuestras vidas estando muertos, siendo inconscientes, meros esclavos de nuestras cabezas y sintiéndonos completa e imperialmente solos, día tras día? ¿Cómo logramos distanciarnos de nuestros pensamientos egocéntricos y logramos ser lo bastante conscientes y estar lo bastante despiertos como para elegir a qué prestar atención y cómo construir el sentido a partir de la experiencia? A medida que busca respuestas a estas preguntas nada sencillas, David Foster Wallace hace agudas observaciones acerca de la vida contemporánea y pone de manifiesto los fundamentos de la naturaleza humana. Y al hacerlo, revela una de las decisiones más importantes e inconscientes que tomamos todos los días: qué pensamos sobre el mundo que nos rodea.
Transido con el humor único de David Foster Wallace, su intelecto preciso y su filosofía práctica, Esto es agua muestra los retos de la vida diaria y ofrece consejos que nos renuevan con cada lectura.
«Era mi favorito».
Zadie Smith
Reseña
Lamentablemente, David Foster Wallace se suicidó en el año 2008 después de sufrir una depresión durante más de veinte años.
Tenía una cita ineludible con él desde hacía mucho tiempo, pero por una u otra razón siempre acababa postergándola, hasta que ayer se cruzó en mi camino Esto es agua y fue amor a primera vista. Después de la lectura lamento todavía más profundamente su pérdida porque en estas pocas páginas se percibe el destello de una gran inteligencia y de una sensibilidad no menos grande.
Hay dos tipos sentados juntos en un bar en los remotos páramos de Alaska. Uno de los tipos es religioso y el otro es ateo, y están discutiendo sobre la existencia de Dios con esa intensidad especial que llega después de la cuarta cerveza. Y el ateo dice: «Mira, no es que no tenga razones de peso para no creer en Dios. No es que no haya experimentado nunca con todo eso de Dios y de rezar. El mes pasado mismo me pilló en campo abierto aquella tormenta terrible de nieve y yo no podía ver nada y estaba completamente perdido y estábamos a diez bajo cero, así que lo hice, lo intenté: me puse de rodillas en la nieve y grité: “¡Dios, si existes, estoy perdido en esta tormenta de nieve y me voy a morir como no me ayudes!”». Y ahora, en el bar, el tipo religioso mira al ateo, perplejo: «Bueno, pues entonces debes de creer en él —dice—. Al fin y al cabo estás vivo para contarlo». El ateo pone los ojos en blanco como si el religioso fuera corto de luces: «No, tío, lo único que ocurrió es que pasaron por casualidad un par de esquimales y me enseñaron cómo se volvía al campamento».
Es fácil someter esta historia a una especie de análisis estándar desde la óptica de las humanidades: la misma experiencia exacta puede querer decir cosas completamente distintas para dos personas distintas, dependiendo de los patrones respectivos de creencias que tenga cada uno y de las formas distintas que tengan de construir el sentido a partir de la experiencia.
Una de mis mejores lecturas de este año, si tenéis la oportunidad no la dejéis pasar y haceros con este libro, extremadamente breve al mismo tiempo que extremadamente intenso.