Ficha técnica
Título original: The Moon and Sixpence
Autor: W. Somerset Maugham
País: París
Idioma: Inglés
Traductor: Desconocido
Fecha edición original: 1919
Fecha edición traducción: 1999
ISBN 13: 978-97-00-71430-1
Núm. Páginas: 184
Editorial: Porrúa
Género: Narrativa contemporánea | Biografía novelada
Sinopsis: La luna y seis peniques es una especie de biografía novelada del pintor Paul Gauguin. Parece, pues, pertinente ofrecer al lector de esta novela -una de las más difundidas las del novelista británico W. Somerset Maugham- una sucinta exposición de la vida y del arte del genial artista francés, que tanta influencia ha tenido en el desarrollo de la pintura moderna. Al igual que su amigo Van Gogh, Gauguin comenzó a pintar en edad relativamente tardía y fue, lo mismo que aquél, un autodidacta. La camaradería entre ambos terminó de manera desastrosa: Van Gogh, en un rapto de locura, atacó a Gauguin, quien abandonó Arlés por París y dos años más tarde, convencido de que el arte corría peligro de volverse rutinario y superficial, se trasladó a una de las islas de los mares del Sur, Tahití, en pos de una vida sencilla.
No es Gauguin, por supuesto, el primer artista que se desencanta de la civilización, pero acaso sea uno de los que más vivamente sintió el deseo de abrir nuevos caminos al arte. Estudió en sus comienzos el arte de los aldeanos, pero no tardó en cansarse y, para buscar su salvación, huyó de Europa para convivir con los nativos de los mares del Sur, como uno más entre los indígenas. Las obras que aportó al regreso desconcertaron incluso a sus antiguos amigos. Tan salvajes y primitivas parecían. Pero eso era precisamente lo que Gauguin buscaba. Trató de penetrar en el espíritu de los nativos y de observar las cosas tal cual son. Se esforzó en retratarlos de acuerdo con ese arte "primitivo", simplificando los contornos de las formas y no eludiendo el empleo de grandes manchas de fuertes colores. Su anhelo de conseguir la espontaneidad y la sencillez fue tan apasionado y sincero como el de Van Gogh por aportar un nuevo mensaje, o el de Cézanne por una nueva armonía. Sintiéndose incomprendido en Europa, regresó de nueva cuenta a las islas de los mares del Sur donde, tras años de soledad y abatimiento, murió víctima de las privaciones sufridas.
Fueron estos tres artistas mencionados tres desesperados solitarios que trabajaron con pocas esperanzas de ser comprendido. Pero los problemas de su arte, sentidos tan intensamente por ellos, y las diversas soluciones que persiguieron fueron asimiladas por un número cada vez mayor de jóvenes artistas que no se sentían satisfechos con la técnica aprendida en las escuelas de arte, y los convirtieron ideales de tres corrientes del arte moderno. La solución de Cézanne condujo a la postre al cubismo; la de Van Gogh expresionismo, y la de Gauguin a las varias formas de primitivismo que han tenido lugar. Porque, al separar por primera vez el arte de la realidad, encontró Gauguin la libertad de creación que sería fundamento de la pintura del siglo XX. Sus obras pretendían emocionar, e incluso convencer, a través de la imagen sola y no de la narración. En su pintura se refleja un afán de dejar atrás los convencionalismos socialismos de compartir la simplicidad de los pueblos más inocentes, de los más. Aislados de la civilización.
Reseña
Lo más interesante de la novela es el comportamiento de Charles Strickland, indiferente a todo lo que no sea su arte, le dan completamente igual las personas que le rodean, sólo tienen valor en la medida que le puedan ser útiles, ni siquiera le importa el efecto que sus decisiones y acciones puedan tener en los demás. Al principio me pareció ésta una actitud sumamente egoísta, que lo es en el fondo, pero conforme iba avanzando en la lectura iba comprendiendo que no sólo es que Strickland sea capaz de olvidarse del resto del mundo, sino que llega al extremo de poder olvidarse hasta de sí mismo, sólo le interesa pintar, es capaz de comprar lienzos antes que comida aunque pase días enteros sin nada que llevarse a la boca, y finalmente comprendí que lo que Maughan estaba «pintando» en las páginas de La luna y seis peniques, era el retrato de alguien con una necesidad imperiosa de sentirse realizado sin importar el precio, y al que le traen sin cuidado el parecer de sus coetáneos sobre su trabajo y la posteridad.
«Si miráis hacia abajo en busca de seis peniques, no miráis hacia arriba, y así perdéis la luna».