Unknown
The Chronicles of Barsetshire #2
En la reseña de The Warden hablaba sobre la complejidad que llegaba a alcanzar la novela partiendo de un hecho en apariencia insustancial; en Barchester Towers, de nuevo Trollope nos deleita con las complejidades del ser humano y de las situaciones en las que éste se puede llegar a ver involucrado.

El obispo Grantly ha muerto, y el elegido para sustituir al finado es el señor Proudie, que ocupa su nuevo puesto acompañado del señor Slope, su capellán, y de su esposa, la señora Proudie, y serán ellos dos los que realmente ejerzan el poder que le otorga el cargo, a su superior y esposo respectivamente. Cuando sus caminos van en la misma dirección no hay ningún obstáculo para que el obispo obedientemente haga lo que se le indica, pero las cosas se complican, y en gran medida, cuando sus caminos empiezan a divergir, y los que antes «conspiraban» unidos por un objetivo común, ahora tienen que hacerlo solos y por separado para hacerse con el mando, lo cual se reduce a controlar al obispo.

El objetivo del capellán, extremadamente ambicioso y astuto, es ir poco a poco adquiriendo más poder que el propio obispo, pero no le resultará fácil alcanzar su meta, además de por los múltiples enemigos que se irá encontrando, por sus propios sentimientos, que le terminarán traicionando y se convertirán en un obstáculo para sus aspiraciones.

Los Stanhope han vivido durante veinte años en Italia, y regresan a Barchester por «recomendación» del señor Slope, y a petición del obispo, para que su nombre no sea citado entre los de tantos otros prebendarios que no cumplen con sus deberes. De entre los miembros de esta familia es Madeline la que más destaca, sin lugar a dudas, por su inigualable belleza, a pesar de su cojera producto de un matrimonio violento y desgraciado. La señora Neroni es odiada de forma implacable por las mujeres y sabe manejar a su completo antojo a casi cualquier hombre que caiga en sus redes, y en esta ocasión el que cae en ellas, entre otros, es Obadiah Slope. 
Mr. Slope loved furiously, insanely and truly, but he had mever palyed the game of love. The signora did not love at all, but she was up to every move of the board.
No puedo terminar la reseña sin mencionar, aunque sea de forma breve, al señor Arabin —aunque soy consciente de que se me quedan muchos más personajes en el tintero como, por ejemplo, Bertie Stanhope, que resulta encantador por su falta de malicia, a pesar de que ésta vaya acompañada también de una falta de juicio severa—, un caballero enamorado que no sabe que lo está, y que sufre en su madurez la desazón que nunca conoció en su juventud.

Barchester Towers es como el hogar del Minotauro, un laberinto en el que la mayoría de los personajes se pierden y la única esperanza del lector es que el autor sea benévolo con ellos y les facilite la ayuda que Ariadna le otorgó a Teseo.

Valoración